Cómo Estado y Capital se integran sin identificarse. Segunda parte.
Jerson Arias A
9/5/202512 min read
Continuando con el estudio del libro Guerra o revolución, de Maurizio Lazzarato, en particular su capítulo cinco, realizaré una breve exposición de la segunda parte del acápite que lleva por nombre “Como Estado y Capital se integran sin identificarse”, páginas 104 a la 107. Antes de ello, recordaremos algunos aspectos de la primera parte del acápite, expuesto por el profesor Sergio de Zubiría, a manera de lograr conectar el hilo de continuidad con el documento de hoy. En los comentarios analíticos sobre el texto que realiza Sergio, se hace referencia, en primer aspecto, que la entrada al acápite es bastante difícil, porque introduce planteamientos de otros filósofos, con los cuales Lazzarato va debatir, por ejemplo, con Deleuze y Guattari (DG), especialmente en su obra “Mil Mesetas”, publicada en 1980, y también algunos debates con la obra de Negri y Hard (HN), conocida como “Imperio”, publicada en el año 2000. Además, el texto tiene algunas dificultades que podríamos llamar técnicas, sí bien, Lazzarato realiza las respectivas citaciones y referencias bibliográficas donde debate con otros autores, la no existencia de una enumeración puntual que permita saber con exactitud de dónde saca algunos planteamientos, hace compleja la tarea de comprender en mayor profundidad sus argumentos e ir a la fuente de algunos polémicas o debates.
Conviene, entonces, entrar al acápite detallando con bastante cuidado el mismo título, que lleva por nombre “como Estado y Capital se integran sin identificarse”, donde se infiere que ahí está la teoría de Lazzarato. Del título se desprende el siguiente análisis, no se puede hacer una teoría de la guerra sin aludir directamente al papel del Estado y del Capital. Es decir, cómo el Estado y su relación con el capitalismo despliegan la guerra, la desarrollan. Claro, Capital y Estado no son lo mismo, pero siempre se están entrecruzando, están conectados de una u otra manera, no existe el uno sin el otro. Además, en la crítica que Lazzarato realiza a las obras “Mil mesetas” e “Imperio”, se concluye que en ambas se presenta una [supuesta] superación del imperialismo. Por ello, Lazzarato critica a estos autores, argumentando que la guerra de Ucrania demuestra que está completamente vigente la teoría del imperialismo, también podríamos citar otros casos como: el genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza, las invasiones del Imperialismo en Afganistán, Irak y Libia, y las actuales amenazas de agresión contra la República Bolivariana de Venezuela, que claramente afectaría a toda la región latinoamericana. Por ende, las teorías de ellos, en un supuesto fin del imperialismo, están equivocadas (Lazzarato, 2022).
Pero, hay ciertas diferencias entre DG Y HN en otros aspectos, como cuando se analiza los nexos entre guerra y capitalismo. Para Deleuze y Guattari (Mil Mesetas), la guerra (la Máquina de Guerra) es inicialmente externa al capitalismo, un poder nómada y desterritorializante que el Estado/Capitalismo busca capturar y apropiarse para sus fines de dominación. Para Hardt y Negri (Imperio), la guerra ya no es una relación externa ni entre Estados-nación. Es inherente al Imperio, un nuevo orden soberano global. La guerra se convierte en una acción de policía o guerra civil global permanente, un medio para asegurar la paz [pacificación], el orden y los flujos del capitalismo desterritorializado (Lazzarato, 2022).
Para una mejor comprensión sobre estos temas, ampliaremos un poco el concepto de “Máquina de Guerra” que Deleuze y Guattari desarrollan en su obra “Mil Mesetas”. La “Máquina de Guerra” no se refiere sólo a los conflictos armados, “sino a todas las fuerzas que escapan a las lógicas estatales y capitalistas de codificación y control”. Contrario a lo que sugiere su nombre, la “Máquina De Guerra” no tiene por objeto la guerra, su verdadero propósito es crear espacios de libertad y nuevas formas de pensar y de sentir. El concepto tiene su origen en los grupos nómadas como herramienta para evitar la formación del Estado y sus estructuras rígidas de poder y control. Es una potencia transformadora que puede ser mucho más revolucionaria (se hace alusión al arte o los movimientos sociales por los gérmenes de libertad que hay en estos escenarios o contextos) que bélica, capaz de desarticular y rearticular los cuerpos y las ideas. La máquina de guerra es una herramienta conceptual y práctica para resistir las estructuras dominantes y crear nuevas posibilidades de vida. Entonces, la “máquina de guerra” nos invita a cuestionar las estructuras establecidas, a convertir las emociones pasivas en afectos activos que aumenten nuestra potencia de actuar. Nos invita también a desarrollar formas de resistencia que no reproduzcan las estructuras de poder que se combaten. La máquina de guerra nos invita a una "guerra de guerrillas" contra los poderes externos y contra los micro fascismos que habitan en nosotros mismos, para crear nuevas formas de vida más libres y creativas, otra forma de decirlo, sería, creamos relaciones con el mundo y con los otros, donde experimentemos formas de existir que tomen distancia de las lógicas convencionales dominantes (Contreras, 2025).
Con respecto a Negri y Hard, en su obra “Imperio”, desde mi punto de vista, en lo que respecta a la supuesta “desterritorialización” del capital, aludiendo a un capital que se despliega por todo el globo terráqueo de manera integrada, y sin la existencia de una casa matriz al servicio de los procesos de circulación y acumulación, es equivocado, y lo podemos evidenciar en la “Teoría de la dependencia”, o en los aranceles impuestos por Trump hacia las demás naciones, con el objeto de traer capitales a territorio norteamericano y recuperar márgenes de competitividad de su aparato industrial en su lucha a muerte contra las empresas Chinas.
Por otra parte, tras el fin de la llamada “Segunda Guerra Mundial”, mientras Deleuze y Guattari (DG) describieron la situación como una "paz aterradora", pensadores como Carl Schmitt y Hannah Arendt ya postulaban en 1961 la emergencia de una guerra civil mundial. Esta visión surge como respuesta a la revolución global en curso. DG identifican la “guerra de guerrillas” como la táctica clave para que la guerra revolucionaria se oponga a la aparente tranquilidad del mercado global. Sin embargo, no logran analizar completamente el punto de vista de clase de esta forma de combate [más allá del teatro de operaciones y sus capacidades creativas]. Luchas de clases que ya se podían ver en las guerras anticoloniales y la revolución soviética (Lazzarato, 2022).
Entramos a la segunda parte del acápite.
El jurista y teórico político Carl Schmitt analizó la "pequeña guerra" o la guerra de guerrillas, contrastándola con dos conceptos espaciales: el "espacio estriado" y el "espacio liso". El espacio estriado se refiere a las formas de guerra terrestre tradicional, con fronteras fijas y frentes de batalla definidos, como el terreno de combate regular. En cambio, el “espacio liso” se asocia con el combate naval, donde no hay puntos de referencia ni fronteras establecidas. Schmitt argumenta que la lucha “partisana”, aunque ocurre en la tierra, que es por naturaleza un “espacio estriado”, lo transforma en un “espacio liso”. El guerrillero no opera en un campo de batalla abierto y predecible. En su lugar, desterritorializa la guerra, obligando al enemigo a enfrentarse a un nuevo tipo de espacio de acción. Para ilustrar este punto, Schmitt compara al “partisano” con un submarino. Mientras que las batallas navales tradicionales se libran en la superficie del mar, el submarino introduce una dimensión inesperada de profundidad, volviendo el espacio de combate más complejo. De manera similar, el guerrillero impone un nuevo espacio al enemigo, dividiendo su territorio y creando frentes de manera constante, fluida y móvil. Esta habilidad para romper las reglas de la guerra regular o convencional, es la herencia estratégica que los revolucionarios nos han dejado (Lazzarato, 2022).
Podríamos decir, la guerra de guerrillas como táctica de guerra no puede funcionar de la misma manera para enfrentar al Estado, porque carece de las capacidades logísticas, de infraestructura, humanas y económicas, por ello, podemos analizar que los grupos insurgentes (pueblo en armas), utilizan esta técnica como mecanismo de desgaste y resistencia, y en la medida de lo posible para remontar al adversario. Es decir, la táctica guerrillera se caracteriza por enfrentar a un ejército convencional a través de pequeños grupos armados, pero no busca un combate directo, por la razón de que el Ejército regular está mejor equipado. Por ello, debe primar la sorpresa y la capacidad de repliegue o retiro del lugar del combate antes de que el enemigo reaccione, priman las emboscadas, y su objeto no es aniquilar a su adversario, sino causarle bajas, dañar su moral y capturar suministros. Por lo anterior, la guerra de guerrillas como estrategia militar debe tener la capacidad de ser móvil, escurridiza y conocer el terreno. Además, esta táctica de guerra debe contar con un terreno que sea de difícil acceso, que sea montañoso, donde haya selvas y ríos. Un terreno plano no es viable para esta táctica de guerra. Ahora, me inquieta saber si la “guerra de guerrillas” como táctica de guerra sigue siendo efectiva en la actualidad para anotarse victorias, o solo funciona como estrategia de resistencia, ya que las formas de hacer la guerra han cambiado en las últimas décadas, hay mayores desarrollos tecnológicos, los ejércitos convencionales dominan el combate aéreo, poseen inteligencia satelital de ubicación en terreno, y hay armas cada vez de mayor precisión y alcance. Claro, en este punto podríamos traer las lecciones de Mao donde plantea la combinación de guerra regular con guerra irregular.
Según el texto, Deleuze y Guattari buscan una forma de organización revolucionaria que sea alternativa al leninismo y al maoísmo, ya que consideran que estas estructuras jerárquicas y centralizadas, al buscar la toma del poder, inevitablemente terminan replicando la lógica del Estado. Para ellos, el ejército regular, con su centralización y sus jerarquías, es un foco de poder soberano que corre el riesgo de desembocar en un nuevo sistema estatal. DG oponen la guerrilla a la guerra regular, valorando su fluidez y falta de estructura. Sin embargo, Mao Zedong, Ho Chi Minh y Giap elevan la guerrilla a una dimensión estratégica que en Clausewitz no existía en absoluto, nunca la consideraron suficiente por sí sola para lograr la victoria. Estos líderes entendieron que la guerrilla es crucial para debilitar al enemigo y ganar apoyo popular, pero la victoria final requiere una combinación de guerra irregular y regular (Lazzarato, 2022).
Por ello, la combinación en el combate entre guerrillas o milicias con ejércitos regulares revolucionarios, son complementarias, y se deben “asumir todos los riesgos que esto implica”. Mao, por ejemplo, afirmó que el guerrillero o “partisano” es el combatiente de "nueve décimas partes de una estrategia que solo deja una décima parte a las fuerzas armadas regulares" (Lazzarato, 2022, p. 105). Por lo anterior, La crítica de DG, que cuestiona el uso de ejércitos formales en la estrategia revolucionaria por ser dispositivos "homogéneos respecto al Estado", se enfrenta al desafío práctico de la victoria revolucionaria (Lazzarato, 2022). En otras palabras, implementar sólo la estrategia guerrillera para la toma del poder, es insuficiente, necesita de la fuerza regular. Acá me surge una inquietud, la revolución cubana no necesitó tener un ejército regular revolucionario. Los barbudos de la Sierra Maestra con Fidel, Cienfuegos y el Che, se toman el poder en Cuba, claro, con el apoyo del pueblo. Por supuesto, la revolución cubana tiene sus particularidades que son propias de su contexto y momento histórico, que en el momento no se puede ahondar en el tema, lo dejo ahí.
El análisis de Deleuze y Guattari (DG) sobre la guerra carece de la consideración que Clausewitz le dio al conflicto: el "efecto recíproco prolongado de dos voluntades opuestas" (Lazzarato, 2022, p. 105). Esta idea, en la teoría de Clausewitz, postula o infiere, que la guerra no es un evento unilateral, sino una interacción dinámica donde las acciones de una fuerza influyen y son influenciadas por las del adversario, “incluso en combates asimétricos” (Lazzarato, 2022). La contraparte también actúa, se defiende y ataca, influye en los planes o acciones del agresor o adversario, impactando muchos ángulos en la guerra relacionados directa o indirectamente con el teatro de operaciones, podemos traer a colación la llamada guerra de “los 12 días entre Israel e Irán” ¿será válido el ejemplo?
También, el texto sugiere que DG, al centrarse en la guerra total, desvinculan “desarticula” su análisis de las luchas de clases y las guerras civiles, negándoles un papel activo”. Podríamos decir, desconecta las guerras totales de su contenido de clase, como si fuesen un asunto estrictamente técnico. “En el final del capítulo donde discute con Clausewitz, hacen una declaración de principios que no deja muchos elementos para la acción: donde hay poder, dicen, hay siempre la posibilidad de “fuga”; la máquina de guerra-mundo (denominada economía-mundo) “no cesa de recrear las posibilidades de respuesta inesperadas, de iniciativas imprevistas, que determinan máquinas mutantes, minoritarias, populares, revolucionarias” (Lazzarato, 2022, p. 106). Sin embargo, en esta última parte del párrafo, se puede deducir que esta perspectiva no ofrece elementos para la acción práctica en el conflicto, sólo algunas posibilidades teóricas de resistencia (Lazzarato, 2022).
“A partir de la Revolución Francesa se afirma un principio metodológico que invierte el punto de vista de Deleuze y Guattari (DG) y parece más útil: “primero la revolución, después la máquina Estado Capital”. Son luchas de clases que suscitan entre el siglo XIX y XX, las que obligan a la máquina Estado-Capital a las guerras totales (y al fascismo)” (Lazzarato, 2022, p. 106). Es decir, las luchas de clases y los movimientos revolucionarios obligan al Estado-Capital a adoptar estrategias extremas como las guerras totales y el fascismo para defender el orden del capital imperante en la época. “A lo largo de todo su desarrollo [estas guerras totales del Estado-Capital] serán quebrantadas continuamente por el surgimiento de las revoluciones y de las guerras civiles, porque los movimientos revolucionarios lograrán mantener, aún con las enormes dificultades de la época, una política ofensiva” (Lazzarato, 2022, p. 106). En otras palabras, a pesar de los intentos de represión, estas guerras del capital no lograron detener el ímpetu revolucionario. “Las guerras totales que habían impedido, bloqueado y reprimido la revolución en Europa la harán resurgir primero en Rusia y más tarde en el Sur Global; se dará por primera vez la posibilidad de una revolución mundial” (Lazzarato, 2022, p. 106).
Ahora, “la idea de una única y gran máquina (“el capitalismo mundial integrado”) es uno de los espejismos producidos en los treinta años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial y que fueron, vale la pena recordarlo, [de esta ilusión se agarra Hard y Negri para desarrollar la idea principal de su texto Imperio] la excepción y no la regla del capitalismo. El equilibrio del terror durante la Guerra fría entre el bloque capitalista versus la URSS, (Este – Oeste) había congelado temporalmente, [mejor dicho, congelado de manera parcial] el orden mundial (en realidad las guerras civiles hacían estragos en las colonias), seguían activas” (Lazzarato, 2022, p. 106).
“Deleuze y Guattari – DG teorizan una integración progresiva de economía y de culturas heterogéneas (incluso entre el Este y el Oeste), sobre la base de un desarrollo tecnológico que habría [aplanado] las diferentes. Las computadoras conversan de continente a continente, dictando las reglas a los dirigentes políticos y económicos. La producción informática automatizada ya no halla su consistencia en el factor humano, sino en un factor de continuidad maquínica que atraviesa, contiene, difunde, miniaturiza todas las funciones y las actividades humanas” (Lazzarato, 2022, p. 106). En otras palabras, DG, le da un rol determinante al desarrollo tecnológico, incluso, más que al humano, para la integración de los Estados y pueblos, a pesar las diferencias geopolíticas.
Deleuze y Guattari (DG) sobrevaloran el factor tecnológico, (parecen olvidar la diferencia que ellos mismos han establecido entre máquina técnica y máquina política) y terminan subestimando el factor político (la máquina política) y “una infravaloración de la estrategia”. “Actitud que extenderán durante el periodo de la contrarrevolución entre los amantes de los “automatismos” financieros, tecnológicos y mediáticos que nos dominarían y nos esclavizarían.” Contra las anteriores “afirmaciones erróneas de DG, Lazzarato afirma que “ninguna máquina técnica ni ningún automatismo financiero, ninguna computadora, ha decidido nunca una guerra y nunca lo hará” (Lazzarato, 2022, p. 107). La tecnología no toma decisiones; solo una máquina política puede. Por lo tanto, para derrocar un sistema político, se necesita otra máquina política, no simplemente la tecnología.
Pese al desarrollo potencial de la máquina técnica, con el estallido de la guerra [Segunda guerra mundial] emerge prepotente la realidad de la máquina política [demuestra su poder] que no saben ver en tiempos de “paz” [se infiere, que en tiempos de paz la agudización de tensiones continúa en los ámbitos económicos y armamentístico, en preparación para la guerra]. El colapso de la URSS también fracturó el orden mundial y disipó la idea de una única máquina de guerra global. Por ende, “Las luchas entre imperialismos, entre potencias económico-políticas, estaban a la orden del día”. Incluso, si solo observáramos el Sur Global durante los 30 gloriosos [después de la 2da guerra mundial 1945 – 1975], las luchas y guerras continúan, desmintiendo la supuesta integración pacífica y global del capital (Lazzarato, 2022).
En el análisis de Deleuze y Guattari (DG), las luchas de clases no desaparecen, pero se ven subsumidas en un "devenir sin historia ni revoluciones". Lazzarato critica esta visión, argumentando que el capitalismo no es un proceso infinito de explotación y dominación del que flujos de resistencia escapan perpetuamente, “en un devenir sin fin”, como parecen sugerir DG. “Walter Benjamin ha captado claramente la ilusión de tal devenir: “La historia no sabe nada de la mala infinitud contenida en la imagen de esos dos (2) luchadores eternamente en pugna”. Es decir, la historia es moldeada por las relaciones de fuerza entre clases, que pueden bloquear o bifurcar el devenir, o lo hace desembocar en guerras o revoluciones. El texto concluye afirmando que, en el desarrollo del capitalismo, la dialéctica entre capital y las vías de fuga se agota, y sólo queda como salida la guerra, yo diría, la guerra nuclear (Lazzarato, 2022).
Bibliografía.
Contreras, J (2025, 27 de agosto). ¿Qué es la Máquina de Guerra? la filosofía de Delueze-Guattari. Blog Vitalidad Salvaje. https://vitalidadzalvaje.blogspot.com/2017/05/que-es-la-maquina-de-guerra-la.html
Lazzarato, Mauricio (2022). Guerra o revolución. Porque la paz no es una alternativa. Editorial Tinta Limón. Páginas 101 -107. https://tintalimon.com.ar/public/ig0z65tbx07inoqjgagefopusj5g/Tinta%20Lim%C3%B3n-Maurizio%20Lazzarato-guerra%20o%20revolucion-2022.pdf
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