
SOBRE LA AFIRMACIÓN DE LA VOLUNTAD EN EL PROCESO DE SUBJETIVACIÓN
SESIONES DE ESTUDIO
Victor Valdivieso
3/20/20255 min read


“No hacía falta ser Lenin para comprender que la globalización, los monopolios, los oligopolios y la hegemonía del capital financiero nos llevarían una vez más a la alternativa guerra o revolución, socialismo o barbarie (la guerra es una realidad, mientras que la revolución, dadas las condiciones de los movimientos políticos contemporáneos es altamente improbable).”
“(…) el caso de América Latina demuestra que, sin la fuerza, el poder no tendría ninguna posibilidad de solicitar, inducir, incitar a una subjetividad rebelde, movilizada por otros deseos que los de trabajar, consumir, convertirse en “capital humano”.
Maurizio Lazzarato.
Continuamos con el estudio de parte de la obra de Maurizio Lazzarato (2022). En este nuevo ciclo, estudiamos un segmento de su libro Guerra o Revolución, porque la paz no es una alternativa. En particular, nos enfocamos en la lectura del capítulo quinto titulado Michel Foucault: a propósito de un giro sobre la guerra civil. En lo que a mi respecta, me corresponde exponer su primer acápite, a saber: La afirmación de la voluntad en el proceso de subjetivación.
Empiezo por decir que, aunque es un acápite muy corto, en verdad se trata tan solo de seis párrafos, es un texto rico; permite retomar la crítica que le hace Lazzarato (2022) a la filosofía francesa post mayo del 68. Aquellas reconocidas, y muy divulgadas, teorías críticas que encuentran en Foucault su mayor exponente. Siendo esto así, ¿en qué consiste dicha crítica? En su tratamiento y consideración al fenómeno o problema de la guerra. Y cómo funciona el poder.
La guerra, según Lazzarato, es tratada por la teoría crítica de manera coyuntural. De eso acusa a pensadores de la talla de Jacques Ranciere y Alain Badiou; a los feminismos y ciertos ecologismos. Y por supuesto a Michel Foucault. Pero, ¿cómo así que ellos tratan a la guerra de manera coyuntural? La tratan o como anomalía o como una rareza. Una falla social que no obedece a la “normalizada” paz de los “civilizados”. Creen que ya no estamos en la época de la guerra total y que la gubernamentalidad neoliberal instaló la paz (o sea, normalizó la explotación capitalista).
Sobre Foucault, dice nuestro filósofo que, va cambiando su posición respecto a la guerra. En un principio la entendía como “(…) un modelo de comprensión de las relaciones sociales” (Lazzarato, 2022, p. 75). Pero luego se aparta de esa visión. Ahora bien, aunque rechaza la guerra como modelo de comprensión de las relaciones sociales, mantiene “(…) el punto de vista estratégico como principio de inteligibilidad de la relación de fuerzas” (Ídem). La consecuencia de esto, de este cambio, es la suavización del poder y la desvalorización de la tradición revolucionaria.
Al principio de la década del setenta, Foucault liga, conecta, la guerra civil con el poder, con las relaciones de poder. Las relaciones de poder es el inicio (como causa, principio o fundamento) de la guerra civil; pero también la guerra civil es la consecuencia (resultado) del ejercicio del poder. En ese sentido, para esa época, Foucault:
“(…) adopta el modelo de guerra civil permanente como método para comprender las relaciones de poder: “la guerra civil no está en una relación de exclusión con el poder”; esta “se desarrolla en el teatro del poder” y coincide con sus instituciones y su gestión” (Lazzarato, 2022, p. 76).
Sin embargo, esta lectura de Foucault cambia entre los años de 1975 y 1976. Ya la guerra no se toma en cuenta como elemento de análisis, o punto fundante, en las relaciones de poder, sino que desde ese momento se apela a la biopolítica y la gubernamentalidad para explicar cómo funciona el poder. El poder ahora obedece o funciona gracias a las técnicas de sujeción que se les imponen a los sujetos en el contexto del neoliberal, ocultando que sobrevienen a partir de la derrota política de los movimientos sociales con vocación revolucionaria. Cuando la máquina Estado-Capital, así lo llama Lazzarato, instaura su orden (Ídem). Desde entonces, Foucault considera que:
“El poder se encuentra menos “en el orden del enfrentamiento entre dos adversarios [...] que en el orden del gobierno”. Una relación de poder es “un modo de acción que no actúa directa e inmediatamente sobre los otros, sino que actúa sobre su propia acción”, acción sobre una acción (gobierno político) y no una acción sobre el cuerpo (violencia)”. (ídem).
Esto significa que el poder deja de ser violento. Cuando se habla de que el poder genera acción sobre acciones conlleva a decir que ahora simplemente exhorta, modula, produce maneras de ser en el mundo. Produce subjetividades, afectos, gustos y libertades que se expresan en el consumo y en el mercado. En consecuencia, se borra, con Foucault, el lado represivo y violento del poder.
Lazzarato (2022) cierra el acápite con un dardo durísimo. Y es que mientras Foucault dicta sus conferencias acerca del Neoliberalismo y la gubernamentalidad; en América Latina están vivas la memoria, las secuelas, los estragos de la alianza -pura y eterna- entre dictadores y economistas neoliberales. Entre los genocidas y los Chicagos Boys.
“Si (Foucault) no habla de la violencia armada que permitió el inicio del primer laboratorio del neoliberalismo, no es porque no había leído los diarios, sino porque la violencia armada y el consenso no definen el principio y la naturaleza del poder. Este último, en su forma contemporánea neoliberal, según Foucault perfectamente encarnada, “es acción sobre acciones posibles, es decir, acciones que hacen posible o imposibilitan, facilitan o dificultan” (Lazzarato, 2022, p. 77).
Es claro, entonces, que, en la lectura de nuestro autor, Foucault oculta la violencia del poder, violencia que ejerce el Estado y las clases dominantes. América Latina, y los pueblos reprimidos y saqueados del mundo, demuestran que el poder sin la fuerza y la violencia no tiene condiciones para solicitar, producir subjetividades o capitales humanos deseantes del sistema. La violencia domestica a los sujetos, solo con ella el poder puede cancelar -atemorizar y exterminar- la experiencia revolucionaria y la subjetividad rebelde. En consecuencia, probablemente Foucault pasó por alto que:
“(…) el neoliberalismo emerge de una serie de guerras civiles en América Latina, organizadas directamente por los Estados Unidos, con miles de militantes asesinados, torturados, desparecidos y exiliados. Solo la destrucción física de las subjetividades revolucionarias puede imponer la miseria “libidinal” del empresario de sí mismo, los afectos del “capital humano”, el “deseo” de acceder al crédito para gozar de la promesa de felicidad que destella el consumo. La subjetividad se torna “disponible” en cuanto es derrotada por la violencia fascista” (Lazzarrato, 2022, p. 59).
En conclusión, la crítica de Lazzarato (2022) contra Foucault y cierta filosofía francesa consiste en la despolitización del poder. En su suavización. En omitir que la modulación de los afectos dóciles para el sistema, o sea la subjetividad neoliberal, solo puede emerger y fundarse gracias a la violencia represiva, a la fuerza del poder que ejerce el gran capital a través de las clases dominantes.
Referencias:
Lazzarato, M. (2022). Guerra o revolución. Porque la paz no es una alternativa. Buenos Aires: Tinta Limón.
Fundación dedicada a estudios políticos y sociales.
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